domingo, 28 de noviembre de 2010

Los Vaca del mundo

Ayer a la noche descubrí que las fiestas en lugares muy ilegales siguen existiendo. Ésta era un cumpleaños de cuatro o cinco personas que no se conocían entre sí pero compartían un deseo: festejar con disfraces.

Una escalera separaba el aire fresco de la calle, del no aire y calor humano en exceso del sucucho al que fuimos a parar. Disfraces por todos lados. Menos nosotras tres y algunos más, las personas se divertían y otras no tanto, vestidas de piratas, prostitutas, personajes de películas, taxi, corredoras de auto, payasos y mucho minero chileno.

La gracia de la noche fue observar toda esa gente más que estar dentro de la fiesta. Dos personajes sobresalían de las pistas: el pintor, que rondaba los 30 años, y la Vaca, un gordo muy gordo de veintipico. Ambos fueron el blanco de nuestras risas sobradoras: cómo bailaban, qué hacían, sus caras, sus amigos, sus presencias, en pocas palabras.

El pintor era gracioso porque bailaba mal y además tenía un delantal de cocinero pero con manchas de pintura, todo lo que hacía pensar que era un pintor, pero en realidad no estaba confirmado. Su apariencia de tipo más grande hacía también que se lo vea ridículo. Pero se divertía, o al menos fingía bien.

El Vaca era un chico muy gordo y su cara dentro del disfraz le quedaba graciosa. El fin no era reirse de su obesidad. Lo que nos preocupaba era la humillación a la que se estaba sometiendo. Creíamos que era de los típicos en un grupo que tiene el rol de divertir a los demás.

La noche fue pasando y empezamos a descubrir más y más disfraces, algunos indescifrables, otros muy evidentes. El médico, el policía, un boxeador y también un par de pibes en cuero, que no sabíamos muy bien de qué se disfrazaban pero estaban ahí exhibiendo sus cuerpos, que estaban bastante bien formados. Bailaban entre ellos, estaban sueltos, se acercaban a mujeres. Parecían ser muy bolicheros, a diferencia de Vaca, bajo perfil.

Ya totalmente compenetradas con nuestro disfraz, el de observadoras, nos sentamos un rato y descubrimos que Vaca estaba vestido de civil. Y sí. Hacía un calor terrible y ese era un vestuario muy caluroso. Se sentó cerca nuestro. Pasó un segundo y una mina fue a sentarse encima de él, y no lo soltaba por nada. Vaca chapó y se abrazó sin parar con su chica. Un poco más lejos, los bolicheros de torso al descubierto, bailaban solos.

Nos habíamos confundido. Ahí el winner era el gran Vaca.

Vamos los Vacas del mundo!

domingo, 14 de noviembre de 2010

Ay Leonard...


Aquí un video de un hombre del cual me declaro enamorada este año. En el video tiene 75 o 76 años y a mí no me importa, yo quisiera que me cante así "I´m your man".

De esto hablamos, por ejemplo, cuando hablamos de un hombre.

Qué sensual, Leonard... i´m your woman.

Juliana enamorada

El tamaño no importa, el encaje sí

Amiga 1: Yo me di cuenta de que con (ex novio) no tenía lo que tengo con (actual y reciente novio). Digo sexualmente. Porque para mí que es una cuestión de encastres de cuerpos. El me encaja justo.

Amiga 2: Sí, sí. Puede ser. A mi se me clavaba el hueso de la cadera de (ex ex ex novio), siempre pensé que eso era importante, el encaje.

Amiga 1: Sí. Estoy segura. Es muy loco.

Amiga 3: Podríamos decir que existe un encaje mejor que otro.

Amiga 1: Sí. Yo con (actual y reciente novio), tengo re buen encastre. Mi cuerpo y su cuerpo encajan perfecto. La pasamos muy bien.

Amiga 2: Claro.

Amiga 3: Che... estás encajetada

Y reímos.

Amiga 1: .... pero de ahí vendrá la palabra cajeta???

Y reímos otra vez.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Hermositud




Los nervios te pueden robar el aire. Ayer tuve la mitad de aire que hoy. Las manos se te pueden descontrolar. Anoche me temblaron cuando acomodaba mis letras en el atril. Podés tener unas ganas desesperadas de huir y te alcanza con mirar una vez la cantidad de personas que hay sentadas, y paradas, porque si mirás otra vez, querrás correr lejos.

Pero por alguna razón inexplicable, que muchos llaman deseo, cuando te sentás en la silla, te acercás el micrófono, al lado te acompaña una guitarra y un amor por lo que hacés, si bien los nervios te declaran una guerra furiosa, te sobreponés a todos los amagues de frenar lo que está por suceder para que pare ese millón o tal vez dos millones de sensaciones que te pasan. Y entonces después del primer acorde decís las primeras líneas. Y cantás un tema, dos, tres y cuatro. Y pasás de La Celestina a dúo a un jazz en inglés rapidito, después a pronunciar el portugués de un tema de Chico Buarque, y te despedís con un tango vals de los de antes, bien argentino. No huiste, no te quedaste muda cinco minutos antes ni modulaste sólo silencios. Le pusiste a cada tema todo lo que podías ponerle.

Y después de vivir un año difícil, con más tristeza que alegría, sobre el final, en noviembre, podés decir que algo muy bueno pasó. Y que salió de vos. Y una vez que se fueron los nervios, aflojás, te despertás al otro día y entendés: hay muchas cosas sobre las que dudás, muchas a las que tenés miedo y muchísimas que querés pero no dependen de vos, pero tenés la certeza de que cuando algo te gusta tanto, nada lo para, nada lo deberá parar.

Yo quiero decir que cantar es algo muy muy hermoso.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Hasta la saliva

Amiga 1: Me gusta todo de él. La piel, el cuerpo, los abdominales, las piernas, tiene unas pierrrnas, la cara, la sonrisa, la espalda, la onda, cómo habla. Lo miro y está tan bueno. Me cabe tanto. No sé... Me gusta hasta su saliva ¿entendés?

Amiga 2: ah sí. Sí, entiendo. Cuando te gusta la saliva es que te gusta groso.

Amiga 3: Sí! Totalmente.

Amiga 1: ay, sí. Porque ¿vieron que hay salivas feas, con olor feo, o como pastosas? No sé... salivas que no están buenas.

Amiga 2: sisi. Obvio. El flaco del otro día tenía la peor saliva.

Amiga 1: uh, qué garrón eso. Un asco.

Amiga 3: Yo conocí pocas salivas copadas, eh.



Una hora más tarde...



Amiga 1: El otro día que lo ví a (reciente ex novio) y nos dimos un beso me pasó algo re loco.

Amiga 2: No me digas que no te gustó su saliva.

Amiga 1: SÍ! eso! No me gustó su baba y salí tres años con él. Qué loco ¿no? Es horrible lo que estoy diciendo pero me pasó.

Amiga 2: Y bueno, sí. Pero porque ahora conociste una saliva genial. Quizás es eso.

Amiga 3: Sí, debe ser eso.

Amiga 2: Ajá.

Amiga 1: Che estoy en el horno.

Amiga 2: Sí. Estás jugadísima.

Amiga 3: "Una saliva genial".

Y reímos.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Barril sin fondo

Amiga 1: estoy perdiendo al mejor hueso que tenía, al que más me gustaba. No se qué hice mal.

Amiga 2: y yo al único que tenía. Tampoco se qué carajo hice mal. Es que los chabones son unos histéricos del culo.

Amiga 1: Soy lo menos del amor. No entiendo nada. Se me engancha el que no me gusta y el que me cabe se va.

Amiga 2: a mi no se me engancha ni el que no me gusta. Soy el último orejón del tarro del amor.

Amiga 1: Si. El tarro mío está agujereado.

Amiga 2: El mío se desfondó. Es un barril ahora. Mi barril del amor. Le tirás arena por un lado, cae por el otro. Le ponés agua, pasa de largo. Todo pasa de largo en mi tarro. Tenemos un barril del orto, incapaz de contener nada.

Amiga 3: Chicas, ya se que están mal, pero qué genial escuchar lo que dicen.

Y reímos.