jueves, 12 de enero de 2012

Odontólogos, al acecho.




Amantes de la sonrisa perfecta, a diferencia de otras especies, los odontólogos suelen mostrar sus dientes como signo de amistad para desorientar a sus víctimas.

La especie odontológica asoma por lo general durante el día y la tarde. Habitan mayoritariamente en las ciudades, en edificios que a menudo comparten con ejemplares de su misma especie. Para atraer más víctimas, tienden a instalarse en los centros de la selva urbana, al alcance de muchos otros tipos de individuos, facilitando de esta forma, la trampa. Por lo general se advierte se cercanía al percibir su olor particular, que los distingue de otras especies.

Son engañosos y muy inteligentes. Para mostrarse inofensivos, embellecen el lugar que habitan y luego invitan a sus víctimas a pasar. Sin embargo, una vez atraídas, las atacan sin ningún remordimiento. Su peligrosidad radica en las características de sus garras: de filo, con forma de garfio, ruidosas, destructoras, las que secan la boca, las de forma de aguja. Las hay de todo tipo.

Con tal de cazar una caries, los odontólogos son capaces de cualquier brutalidad. Por eso cuando usted sienta un pinchazo en su encía y al cabo de minutos uno de éstos individuos le esté hurgando en la boca y lo mire bien de cerca mientras lo apunta con una luz de gran potencia, no corra, no desespere, no se resista. Limítese a abrir grande la boca y aguarde hasta que el ataque de la fiera finalice. Investigaciones han comprobado que si sus víctimas se mantienen quietas y obedecen, la especie no ofrece un comportamiento peligroso. Es por eso que si usted está bajo las garras del torno o de las enormes pinzas que arrancan muelas de juicio, no se mueva porque esto puede agravar el daño si cualquiera de las dos va a parar a su lengua. Reprima sus instintos de supervivencia porque esta especie no soporta que se entrometan en su cacería.

En los ataques más feroces, sus víctimas pueden perder la sensibilidad de sus encías, nariz, parte de la cara. Téngale miedo al dentista, pero usted no morirá. Como no son animales solitarios, se sospecha que los odontólogos adoptan esta estrategia para asustar a quienes los visitan poco, sólo cuando las caries le han tomado toda la boca. Se dice que así logran que las especies a las que dominan no vuelvan a dejarlos solos por mucho tiempo y migren a su hábitat con frecuencia. Su costumbre conocida como “control periódico” también es utilizada con ese fin. Ahora bien, si usted no obedece a esta especie naturalmente dominante y no se entrega a ella cada un tiempo determinado, siéntase seguro de que cuando vuelva a ser presa de un dentista, hallará las peores reacciones de esta especie y conocerá lo que se ha dado en llamar la derivación a subespecies más feroces. En ese caso, ortodoncistas, endodoncistas, periodoncistas, cirujanos y colocadores de prótesis - todos estos,los más peligrosos ejemplares - lo estarán esperando para el acecho.

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