viernes, 25 de marzo de 2011

El silencio Nunca Más




Estoy recíen salida de la marcha. No porque haya vuelto hace cinco minutos sino porque necesité unas empanadas y un rato para charlar con una amiga sobre todo, ver televisión y tomarme un tecito para decir que ya salí del estado post marcha del 24 de marzo.

Año tras año, ni se piensa. El 24 se va a Plaza de mayo. Es un deber. Un lindo deber, podría decirse. O necesario, porque no es esa belleza limpia. Es siempre una defensa a la memoria y el pasado es triste.

Todos los años para esta fecha se va a la Plaza. Cuando no se apoyaba a Cristina y cuando sí. Escucho por ahí decir que la marcha se volvió política. ¿Alguna vez no lo fue? ¿O la causa no es política? Hubo muchas muertes y mucha perversión en nombre del orden, de la estabilidad social. Una conmemoración de ese tipo jamás estará desprovista de algo político. Además, si las madres de Plaza de Mayo se declararon seguidoras de este gobierno y se sintieron por primera vez tenidas en cuenta, ¿se le puede pedir que no sea un encuentro aún más político? Para quienes no se alinean con este gobierno siempre está el contra acto y se puede ir ahí, como los de Proyecto Sur, que hoy llegaron y se fueron junto con el MST y el Partido Obrero, que ya que estamos vale decir que este último estaba muy respetuoso.

Las marchas tienen ese aire de profundidad que va y viene una y otra vez. No es un acto que te mantiene concentrado todo el tiempo. Vas y venís pensando, te sumás a las voces, gritás un Presente, después te tomás un mate y le preguntás a una amiga cómo le está yendo en el laburo. Es un acto de presencia por sobre todas las cosas. Por eso lo peor que pueden hacernos los medios de comunicación es no darle relevancia, porque es como si así perdiera validez. Pero no la pierde, y no lo lamentamos por todos los que sí quisieran barrer bajo la alfombra las expresiones populares. Hablo de la cantidad de gente, la mezcla, la cantidad de agrupaciones nuevas, la cantidad de personas que habían ido por su cuenta, las familias, los niños y niñas con sus padres, los viejos y viejas, el poder encontrarse con amigos y otra gente que se quiere allá, sea bajo banderas políticas o no. Un montón pero un montón de gente reunida expresando la voluntad del Nunca Más al genocidio, evocando todavía más justicia, llenando el centro histórico de la Ciudad, haciendo ruido, mucho pero mucho ruido.

La importancia de esas presencias no se pierde porque el silencio Nunca Más.


domingo, 20 de marzo de 2011

*Mundo Sherlock




Y un día te das cuenta de que tantas veces te va a pasar.

Toda esa artillería puesta a la orden de hacer las cosas lindas, de impedir que cualquier cosa las arruine, ese afán de galantear trabajosamente para por fin llevarte a tu casa a la más hermosa, al que está más bueno, al más copado, va a ir a parar a ningún lado, se va a hacer un bollo contra la pared y va a caer oxidado por el abandono, después de los primeros quince días.

Porque viste como es. Te das cuenta un día de que no somos tan sanos ni tan puros. Por el contrario solemos ser bastante jodidos, bien forritos, entrenados para remar con el remo más grande ante el primer cartel de "peligro, zona de acercamiento a alguien", como si te fueran a comer los leones. Así que cada uno por su lado. Qué confusión ni confusión. Todo clarito, flaca.

Pero como a nadie le gusta que lo dejen hablando solo, una se va volviendo cada vez más Sherlock Holmes buscando la grieta en el otro de ese stop inminente, para poder frenar todo a tiempo y decir: "ah no, de ninguna manera, yo me voy antes que vos". Porque así, si te volvés medio indagador de los indicios que den cuenta de que el otro te va a fletar de la peor forma (o de la mejor) te le adelantás y huís. Entonces te quedás menos helada porque ya sabés que se termina, porque vos lo decidiste. Y sos más copada. Lo descubriste y lo delataste poniéndole fin.

Y qué increible pero esos detalles de alguien que hasta hace tan poco te atraían en cantidades impensadas y que parecían diferenciarse por fin de lo común, se vuelven una vulgaridad de un momento a otro cuando el mismo portador de esa gracia está haciendo ruido al lado de tus pies de lo bajo que cayó.

Cuanto más nos esforzamos por gustar, más militamos contra el amor. Y pasa tantas veces. Una y otra. Y otra más. Un experimento a base de prueba error que parece no tener fin. Entonces te preguntás ¿Quién soy? ¿Una persona buscando EXPERIMENTAR? Como que la experimentación se estaría haciendo larga.

Pero ese mismo día en que te das cuenta de que te va a seguir pasando, también te terminás de convencer en que sólo va a parar cuando te encuentres con otro que está igual que vos de hinchado las pelotas y te mires sin toda esa ridiculez, sin esa fobia absurda y desproporcionada al contacto.

Y por alguna razón, sabés que eso va a pasar un día. Así que todo bien.

Mientras tanto, unos libritos de Conan Doyle y a explorar el mundo Sherlock.

*Dedicado a mi amiga lo más, que me entiende muy bien

jueves, 17 de marzo de 2011

Constitution Sede of Sociales Business




El primer día de clases de la facultad de este año no se pareció a los anteriores primeros días de clases de todos los otros años. La facultad de sociales de la UBA estrenaba sede en el barrio de Constitución y yo aún no la conocía así que fui a su encuentro después de combinar subtes. En el pasado quedó el ritual de tomar el 65 y bordear Parque Centenario.

Todo parecía indicar que la sede iba a ser "lo peor" porque el barrio era terrible de lejos y de inseguro, pero esos prejuicios colectivos se desvanecieron en cuanto fui descubriendo el edificio. Quizás sea porque curso a la mañana, pero el barrio no me pareció terrible. No había una banda de narcos esperándote a la salida ni un grupo de travestis cobrándote peaje para llegar a la facultad.

Por el contrario, la sede es cinco estrellas para lo que venimos acostumbrados. El aula que me tocó tiene ven-ta-nas. Eso lo dice todo. Ah, y hay patio. Sí. Pa-tio. Para nos, los estudiantes de sociales, esto es un oasis en el desierto. Quiero decir: hay luz natural, ¿entienden? Y hay baños nuevos, intactos.

Vi mucho joven perdido, mucho encuentro con las mismas personas que caminábamos en círculos buscando las aulas. Extranjeros en nuestra facultad, ahí andábamos, descifrando dónde estaba la librería de apuntes, la de programas, el kiosco de siempre, la vieja del bar, el comedor. Lo familiar en lo ajeno, eso buscábamos, y por lo general con risa porque la facultad es muy grande y nadie entendía nada. Es enorme y es toda para nosotros. ¿Pueden entenderlo? Y eso que le falta todavía. Algunos materiales de construcción se dejan ver por ahí, en algún rincón.

Por fin encontré el aula. Los que ya habían llegado se estaban fumando a la profesora hablando en términos generales del programa de la materia. Después, ella lo que se fumó fue un cigarrillo que había armado a la par que nos comunicaba que el tema del coloquio final era muy muy lindo: la revolución rusa.

Después de derribar mitos sobre la dificultad de la materia, nos mandó a leer sobre el supuesto Antiguo Régimen porque en realidad adelantó que son más de uno, y nos largó a los veinte minutos de iniciada la clase.

Fui a hacer una cola interminable para conseguir mi programa y dos compañeros que recién había visto en el aula hablaban sin parar adelante mío. Recién se conocían. Hay gente que levanta muy rápido. Cada tanto buscaban mi complicidad, ya que los tres sabíamos que desde hacía unos minutos formábamos parte de la misma sociedad anónima: la del práctico. Esta es una especie de asociación temporal en la que hablás sobre la profesora, las materias y la carrera, y es anónima porque la mayoría de las veces después de la cursada te volvés a cruzar y ni te saludás. Es más, a algunos directamente no los recordás. Como sea, teníamos un vínculo que obliga a la simpatía pero a mí no me daba para cortarle el chamuyo al pibe, que bien se venía trabajando a la chica hablándole de cada una de las materias y sus contenidos, así que no me metí en la conversación.

Conseguí lo mío y me fui a pasear un poco porque me quedaban dos horas y media libres por delante hasta ir a trabajar. Cuando salí de la mansión de sociales escuché a dos tipos que hablaban en la puerta sobre la sociedad de consumo. Cuándo no.

Con el fin de alejarme de Constitución, agarré Nueve de Julio para el lado del Obelisco mientras seguía pensando en la nueva sede y en que al final se había concretado, eso que parecía jamás llevarse a cabo. Imaginaba cómo iba a ser cuando estén todas las carreras, trataba de imaginarme yendo ahí, cada cuatrimestre. También pensaba en mis contradicciones: la molestia por su ubicación pero el amor hacia su infraestructura, sus ven-ta-nas. A las dos cuadras de romanticismo académico me vino un stop bien cool de esos que te dicen "¿en qué estabas pensando, chiquita? ¿de qué te la das?" al toparme con los imponentes edificios todoterreno y todoventana: UADE Art Institute y UADE Bussiness nosecuánto. Yeah. Una gran carcajada interna empezó a hacer mucho ruido en mí hasta salir de mi boca y me reí durante algunas cuadras. La UADE era como un Maradona diciéndome que la tenía adentro.

No es nada guau, sólo la crónica de un pedazo de día cualquiera.

Sólo la crónica de un pedazo de día, cualquiera.

Y sí. Pero todo esto es un breve ejemplo para decir que colgué el blog porque estuve muy ocupada en vivir. Pero no me fui, eh. Ya ya vuelvo.