lunes, 16 de enero de 2012

¿El cine en tiempos difíciles?



Hace unos días vi Life during time y me puse a pensar en la evidencia de que los textos fílmicos – todo el lenguaje que compone al cine – dialogan permanentemente con textos de otras artes y con los del propio cine, y a su vez obedecen, en mayor o menor medida, a géneros y a estilos. El cine de Todd Solondz es aún más particular si se lo analiza desde esa idea porque se caracteriza, entre otras cosas, por dialogar mucho entre las propias historias que él mismo realiza.

Life during wartime, se propone decir, por supuesto, lo que su título anticipa: la vida está difícil. Recurren nuevamente las obsesiones del director, perversiones de los personajes y bizarrez, escenas que no se sabe si reir o llorar. La película, además, hace mención a la posibilidad de perdonar y olvidar: cuándo se puede, cuándo no. Tal vez ese debate sea el más rico de la historia.

La pregunta es: ¿por qué después de verla me puse a pensar en eso si yo sólo quería ver una película? Creo que fue porque el cine también está en tiempos difíciles, y eso me pareció más llamativo que lo complicada que puede estar la vida y los infinitos eternos rebuscados conflictos internos de cada ser y sus consecuencias en las relaciones. Claro. Me surgió la duda sobre si el recurso de la repetición le funciona al espectador que sigue a Solondz o lo aburre. En medio de la búsqueda para encontrar lo novedoso, la ruptura de esquemas, ver algo “distinto” o - en realidad -parecido al cine del director que nos gusta, que se va de la media, pero que por eso es "diferente" al cine más promedio no creo que sea muy reconfortante encontrarse con tantos elementos de sus películas anteriores. Son demasiados.

La semiótica se haría un festín con el cine de Solondz, y podría enumerar infinitos momentos en que se retoman argumentos, diálogos, personajes de otras de sus películas y se resignifican. Quizás los mismos semiólogos se pondrían a discutir si eso es resignificar o simplemente copiar modelos. Toda obra en definitiva es comparable a una coreografía, que varía, pero en donde siempre hay reestructuración de secuencias preexistentes. Lo que temo es que Solondz se haya convertido en un compositor al que se le nota mucho esa coreografía, generada con elementos que ya generó, con obsesiones que ya arrastró y personajes que ya asomaron, de manera visible, obvia, seguramente intencional.

En medio de esa pregunta principal sobre si funciona o no, si gusta o cansa, si lo desvaloriza como director o nada más lo caracteriza, podría discutirse qué se entiende por cine de autor y decir a grandes rasgos que es el que no se apega a los géneros sino que crea su propio estilo y qué entendemos por estilo y decir a grandes rasgos que es la marca del director que no se apega a ningún género o convención. Sin embargo, no llegaríamos necesariamente a ninguna conclusión. Me da la sensación de que no funciona cuando directores que ya realizaron grandes películas se repiten constantemente, replican una y otra vez prácticamente la misma historia, cuentan otra vez lo mismo. Con Happiness ya estaba muy bien.

Además de la autocrítica que puedo hacerme como espectadora de un mundo difícil - siempre buscando la novedad, insaciable, algo que sorprenda, que no haya lugar a la desconcentración, tal vez expectativas imposibles de abarcar - pienso que es el desafío del cineasta, en este mundo difícil, o en cualquier otra forma de mundo, encontrar una renovación dentro de su propio estilo porque sino queda condenado a la repetición, a una letanía que vuelve al cine un poco más predecible y encuentra a personas como yo rogando para que la próxima película esté buena.

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