sábado, 20 de agosto de 2011

Gorda sos muy diosa

Lo que deja a la vista la Avenida Cabildo, Santa Fe, Córdoba y todas las demás comerciales de las franjas de barrios más conchetos de Capital Federal es que los locales ofrecen la ropa salida exactamente de la misma fábrica. Juraría que esos empleados, jefes y diseñadores tienen la obsesión de uniformarnos a todos. "No, es el sistema" Y sí, ya se.

La ropa, eso aparentemente superficial, es un componente más que conforma la identidad de cada persona y en ese sentido importa ya que la forma en que decidimos mostrarnos dice cosas sobre nosotros. Carta de presentación, le dicen.

La cuestión es que cada aproximadamente tres años, cansada de recorrer lugares y encontrar siempre lo mismo, una y otra vez, entro a un shopping para ver si hay algo distinto y accesible económicamente. Voy con la sospecha de que si es caro va a ser diferente. No me equivoco. A veces pasa y encuentro remeras y vestiditos hermosos pero siempre resultan tan caros y el ambiente que presencio tan insoportable que termino huyendo con el deseo reprimido de correr por las escaleras mecánicas para salir de ahí rápido. Qué paradoja que cada unos años necesite entrar a uno de esos para acordarme quién soy.

Miro alrededor y pienso que no puede ser real tal pulcritud. No puede proveer efectivamente más calidad de vida una decena de carteras Prune. No pueden los múltiples aromas exageradamente agradables ni la brillantez del piso decorar el acontecimiento de la vida. No puede la saturación del blanco, las luces dicroicas, los espejos impecables en su función de reflejar y los excelentes packagings triunfar por encima de lo cotidiano, lo feo y lo lindo, lo sucio y lo limpio, lo repugnante y adorable.

Tengo los borceguíes un poco sucios por andarlos tanto y me siento incómoda. O humana. Lo dudo. Me lo pregunto mientras voy saliendo otra vez a Santa Fe. No , de verdad, no puede ser que a esta gente le brillen tanto los cabellos y los zapatos. Es como si todo el brillo se les hubiera ido al cuero y a la capilaridad pero se le hubiera retirado del alma o de los pensamientos. Qué boluda me pongo.

Ya estoy afuera y sigo pensando en esos locales con pocas perchas, minimalistas a lo "prendas exclusivas", en las liquidaciones en las que te podés llevar un saco básico y abrigado por mil quinientos pesitos, una ganga para el tres por ciento de la sociedad. Recuerdo a la veinteañera junto a sus amigas. "Gorda sos muy diosa con ese vestido, gorda decime la verdad cómo me queda, gorda te queda divino, sos diosa. Mal."

Nunca un agujero, jamás una mancha ni un olor a chivo. Siempre un tiempo para descansar de tanta caminata y tomar un café. Precios que de ser pagados llevarían a la ruina ecónomica a alguien como yo. Precios impensables e imposibles para alguien que cuenta con menor dinero aún. Un lugar directamente asesinable para alguien que sufre hambre. Porque lo peor no es que sea caro sino su concepto. El shopping despierta la náusea, la molestia, incomoda lo símil perfecto, la insistente convocatoria a los sentidos que sólo despierta un sinsentido, el mío, y el de varios y varias que conozco.

Sigo caminando por Santa Fe y necesito llamar a alguien, contarle mi experiencia horrible - que entendería poco porque para esa persona quizás es cualquier día pero que de estar conmigo sentiría parecido- que me hable, que me cuente qué hizo hoy, quiero llamar a muchas personas y que me cuenten muchas cosas, quiero tomarme el subte de vuelta a mi casa, compartirlo con otros humanos, cruzarme con la nena que te saluda con un apretón de manos y un beso mientras reparte mapitas de la combinación de líneas y contarle lo horrible y aburrido que es el Alto Palermo. Seguro no le interese.

4 comentarios:

  1. la expresion mas acabada del neoliberalismo... como un volver a vivir otra decada... esos lugares siguen igual.. te lo digo por mi experiencia de trabajo en ellos... y estas en lo cierto ... es muy asesinable... el lugar como espacion fisico...y los seres que fecunda...dia a dia... saludos... el ruso

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  2. Rusi! qué lindo que leas mi blog y lo comentes. Sos un lector de honor.

    Y sí, el shopping es feo. Por suerte no tenés que trabajar más ahí.

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  3. Muy bueno Juli!!! Siento exactamente la misma sensación. Y agrego que cuando me veo rodeada de quienes asisten ahí, siento que estoy mal sentada, mal vestida, mal peinada. Por suerte, como dijiste, es lo normal, somos humanas!!!! Abrazo grande

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  4. Gracias Juli.
    Sí, estamos descolocadas en medio de tanta pulcritud (por suerte)

    otro abrazo para vos!

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