miércoles, 5 de enero de 2011

Un sustito RE COPADO

El lunes tuve un despertar complicado. En medio de un profundo sueño vacacional de enero, mi mamá me sacudió, mientras me decía: "Juliana, Juliana, mirá lo que pasó", con un tono de tragedia.

Yo no entendía NADA. Creo que la última vez que alguien me despertó así, fue cuando pasó lo de las Torres Gemelas. Con los ojos más cerrados que abiertos e intentando recuperar el equilibrio que perdí cuando me paré de golpe, la seguí hasta el living, a donde está el televisor. Entonces, leí el graph de C5N: habían robado cajas fuerte en el Banco Provincia. Intenté procesar la información lo más rápido que podía en ese estado. ¿Por qué la alteración de mi madre? Sede Belgrano, sí, es cerca, ¿y?. Hasta que la ficha, anteriormente coartada por el sueño, cayó. Claro, desde que soy adulta, es decir desde hace muy poco, guardo exactamente en ese lugar, una plata que supe ganarme en buena ley, por recomendación de justamente otros "adultos".

Okey. Evidentemente estaba en problemas. Yo no se si me bajó la presión o me subió, si estuve por desmayarme o por salir a correr 300 vueltas alrededor de la manzana, si quería llorar, volver a la cama y que me despertaran cuando ya se supiera algo, ó clavarme un whisky y darle así la puta bienvenida al 2011. Tampoco se si estaba exagerando. Sólo se que la procesión iba por dentro. Por dentro mío.

Hablé un rato sola y también putié mucho. Pasé por varios estados, inclusive el de calculadora. Hacía cuentas. De aproximadamente mil cuatrocientas cajas, habían robado noventa y siete, si le sumabas unas más que todavía no se habían descubierto, el porcentaje de robo era poco. Además, era evidente que iban a robarse las que tenían mucha plata y la mía pobrecita, no entraba en ese grupo. Lejos estaba. Había grandes esperanzas de sentir que estaba todo bien, si no hubiese sido porque a veces la intuición confunde las probabilidades, y le gana.

Al borde del llanto pero bancándola como la mejor, me senté a mirar la TV para ver si se sabía algo. Y OBVIO: Qué ma-la de-ci-sión. En la pantalla, señoras de Belgrano lloraban y se quejaban de la inseguridad, otras mujeres recordaban sus joyas (para ellas valores más que nada afectivos) con lágrimas en los ojos, dos tipos se mataban a trompadas en medio de una guerra piquetero concheto vs. conductor de auto. Silvia Suller (no, no era yo soñando, esa mujer estaba ahí verdaderamente) lamentaba el robo y rezaba para que la caja que compartía con Guido Suller no hubiera sido robada. Un viejito aparentemente moría en ese instante porque ahí guardaba toda la plata con la que pensaba tirar el resto de sus pocos próximos años. Eso último me entristeció de verdad.

Le conté a una amiga mi estado y mi anulación, y se ofreció a acompañarme a la puerta del banco. "Rompemos todo" me dijo. Juventud, divino tesoro. Qué tiernas nosotras.

¿Qué hacer? ¿Qué sentir? Se me presentó un problema existencial: Yo no era una de esas viejas gorilas que pasaban en la tele, pero la estaba pasando mal y sentía culpa, casi que creía que merecía el robo ya que hay cosas peores, la gente muere de hambre, no me puedo quejar, y trescientas mil millones de razones más. Mientras tanto, el noticiero anunciaba que el sector en donde se encontraba mi humilde caja, o más específicamente el viaje que planeo hacer, estaba AFECTADO. El panic attack me saludaba de cerca. Cuánta contradicción.

Casi sin aire, ya al borde de convertirme en una integrante de Quebracho, y lejos de análisis psico y sociológicos, recordé un conocido que podía tener un contacto con quien hablar para conseguir información. Así que busqué y encontré. "Hola, disculpáme que te moleste, soy la hija de, te llamo de parte de, sí, te digo el número, te llamo, en una hora, dale, gracias, chau". La espera fue dura, pero ya estaba más tranquila y entregada al azar, bah, a la puntería o premeditación de los boqueteros. Finalmente me lo confirmaron: estaba todo bien. Había zafado.

Sólo porque tuve esa suerte puedo contarlo hoy con humor. Ya me robaron algunas veces, pero esta dolía más. Mucha gente debe haber perdido dinero bien ganado, afanado producto de un operativo fundado desde hace meses y que nunca fue descubierto. Molesta que haya tanta tranza y/o tanta negligencia por parte de los sectores más altos de estas instituciones y que resulte posible un asalto así. Yo no entiendo nada de finanzas, pero me parece que hacen falta unas cuantas reformas. No es ningún hallazgo, el sistema bancario es inseguro.

En cuanto al planteo sobre la culpa de sentirme mal por el posible robo, recapacité. Vivo en Belgrano, seremos conchetos, pero en este barrio careta también vivimos estudiantes, laburantes, clase media que hace grandes esfuerzos por salir adelante y vivir bien. Entonces entendí que yo no estaba del lado de la vieja gorila exaltada. Más bien sentí tristeza porque existan estos hechos y por las cosas que salen a la superficie ante sucesos de este tipo. Por como respondió el Presidente del Banco, y en parte (pongámosle) Scioli, parece que la institución se va a hacer cargo del dinero que pueda ser declarado. Ojalá que sí.

Podría hacer muchas reflexiones pero aburriría. Sólo hay dos que quisiera compartir. La primera es que, con esto, sentí como si hubiera perdido la virginidad, por no decir algo un poco más subido de tono. La segunda es que nuestros padres se ocuparon de decirnos que no hablemos con extraños, que llevemos un saquito por si refresca, que miremos al cruzar la calle y que pidamos la botella en los bares (jamás el vaso directo, por Dios no).

Pero nunca nos dijeron que no confiáramos en los bancos.

Y para el final, un mensaje personal:

A vos, boquetero, si por esas casualidades me leés desde la Polinesia:
¿Qué hacés guacho? Me la hiciste pasar muy mal, boludo! Gracias, gracias por seguir de largo de mi caja. Un besito.

1 comentario:

  1. Muy buen relato de la situación. Qué bueno que ahora nos podemos reír! y qué bueno que tenés (tenemos) vacacionessss, éstas y próximas.

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