lunes, 31 de enero de 2011

El que quiere blanco, que le cueste


Hace una semana, yo estaba esquivando aguas vivas en el mar uruguayo y hoy, en cambio, esta mañana de lunes nublada y pronta a llover, fui a hacer el examen pre ocupacional para un posible trabajo. El lugar era horrible y me atendieron muy mal. Desde la sala de espera veía las autopistas que cruzan el barrio de Constitución. Había que ser muy optimista para no huir.

La rutina constaba de los siguientes exámenes: medicina clínica, rayos, electrocardiograma, extracción de sangre, orina y test psicológico. En la primer fase tuve que rendir cuentas de mi peso, mi estatura y mi vista, todo prácticamente en silencio porque a la médica le faltaba una cuota importante de simpatía. Cuando pensé que ya podía irme, la doctora me habló quizás por primera vez.

Ella: ¿Estuviste alguna vez embarazada?
Yo: No
Ella: ¿Hemorroides?
Yo: No.
Ella: Listo, ya te podés ir.

Después vino el laboratorio.

Bioquímica: ¿Estás embarazada?
Yo: No.
Bioquímica: Firmame acá que aceptás que te haga un estudio de embarazo, por favor.

Me senté a esperar que me sacara sangre. Cuando vino hacia mi brazo la previne de que me daba impresión ver y que iba a cerrar los ojos. Al lado mío se había sentado un señor, uno gordo, cincuentón, verborrágico, confianzudo. Esperaba su turno después del mío, así que escuchó la conversación.

Señor: Pobre piba ésta... si se llega a cortar un día ¿cómo hace?
Yo: (con ojos cerrados mientras me sacaban sangre) No me da impresión la sangre en sí, me da impresión ver cómo me la sacan.
Bioquímica: Claro. No mires.
Señor: AH LA SEÑORITA NO QUIERE VER QUE LE SAQUEN ALGO DE ELLA. Qué mezquina.
Yo: Me da impresión.
El hombre me apuntaba con el dedo índice y elevaba la voz.
Señor: Ah no! Qué mujer mezquina debés ser vos!
Yo: Yo soy divina. Chau, gracias.
Señor: Las mujeres mezquinas son las peores...

Seguía hablando mientras yo ya estaba en el pasillo. En la planta baja volví a cruzarme con este señor ya que seguíamos el mismo circuito. Lo vi en las radiografías, por ejemplo, pero ahí ya tenía otro charlatán que me contaba sobre la renovación de su licencia profesional nacional. Puteaba porque estaba ahí desde hacía dos horas. "Cualquier boludez que te salga no te la renuevan acá" me dijo antes de entrar a la radiografía, y salió rápido. "Esta parte es un trámite, olvidáte". Y así fue.

La última prueba a superar fue el consultorio psicológico. Esta es una forma de llamarlo, porque realmente era como un aula en donde me sentaron con tres pibes a los que les hicieron dibujar de todo: una persona con nombre y edad, una casa, un árbol, figuras, test de lógica, algunos ejercicios matemáticos. A mí me tocó simplemente copiar unos dibujos. Rectángulo, círculo, líneas. Lo lamenté porque había estado practicando la casita y la chica abajo de la lluvia con paraguas. Para otra oportunidad.
Finalmente, un hombre me hizo la entrevista final, aquella en donde se iba a poder definir bien mi perfil psicólogico.

Hombre: ¿Qué estudiás?
Yo: Ciencias de la Comunicación y me recibí de una tecnicatura en comunicación visual el año pasado.
Hombre: ¿Con quién vivís?
Yo: con mi mamá.
Hombre: ¿Vas al psicólogo?
Yo: Sí.
Hombre: Listo, muchas gracias.

Y bueno. Hoy aprendí lo que es un examen pre ocupacional. Pase lo que pase, recuérdenlo siempre: gente con hemorroides es gente desocupada. Embarazo, volvé a tu casa . Diabetes, no sos apto. En cuanto a los dibujos, siempre las cosas sobre un piso, la casa con techo, poco humo si hacés chimenea porque de lo contrario estás muy caliente (se relaciona con lo sexual), que la persona sea proporcionada, de tu mismo sexo, manos con 5 dedos, árbol con copa y ramas pero sin raíces. Otra cosa, gente con hernia es gente que debe poner una pyme propia. Personas con trazo débil de lápiz, a pedir limosna. Y sabé que en el camino te podés cruzar con un tipo que te diga mezquina porque no te gusta ver como te clavan una aguja y te van sacando sangre hasta llenar la jeringa.

Creo que hay que entrar un poquito en el funcionamiento del sistema laboral para convencerse definitivamente de que algún día uno podrá trabajar de lo que le gusta, y en lo posible, de forma independiente, sin dibujitos que midan tu aptitud, sin que por ejemplo la diabetes te impida ganarte la vida. No sé, eso pienso yo.

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