jueves, 17 de marzo de 2011

Constitution Sede of Sociales Business




El primer día de clases de la facultad de este año no se pareció a los anteriores primeros días de clases de todos los otros años. La facultad de sociales de la UBA estrenaba sede en el barrio de Constitución y yo aún no la conocía así que fui a su encuentro después de combinar subtes. En el pasado quedó el ritual de tomar el 65 y bordear Parque Centenario.

Todo parecía indicar que la sede iba a ser "lo peor" porque el barrio era terrible de lejos y de inseguro, pero esos prejuicios colectivos se desvanecieron en cuanto fui descubriendo el edificio. Quizás sea porque curso a la mañana, pero el barrio no me pareció terrible. No había una banda de narcos esperándote a la salida ni un grupo de travestis cobrándote peaje para llegar a la facultad.

Por el contrario, la sede es cinco estrellas para lo que venimos acostumbrados. El aula que me tocó tiene ven-ta-nas. Eso lo dice todo. Ah, y hay patio. Sí. Pa-tio. Para nos, los estudiantes de sociales, esto es un oasis en el desierto. Quiero decir: hay luz natural, ¿entienden? Y hay baños nuevos, intactos.

Vi mucho joven perdido, mucho encuentro con las mismas personas que caminábamos en círculos buscando las aulas. Extranjeros en nuestra facultad, ahí andábamos, descifrando dónde estaba la librería de apuntes, la de programas, el kiosco de siempre, la vieja del bar, el comedor. Lo familiar en lo ajeno, eso buscábamos, y por lo general con risa porque la facultad es muy grande y nadie entendía nada. Es enorme y es toda para nosotros. ¿Pueden entenderlo? Y eso que le falta todavía. Algunos materiales de construcción se dejan ver por ahí, en algún rincón.

Por fin encontré el aula. Los que ya habían llegado se estaban fumando a la profesora hablando en términos generales del programa de la materia. Después, ella lo que se fumó fue un cigarrillo que había armado a la par que nos comunicaba que el tema del coloquio final era muy muy lindo: la revolución rusa.

Después de derribar mitos sobre la dificultad de la materia, nos mandó a leer sobre el supuesto Antiguo Régimen porque en realidad adelantó que son más de uno, y nos largó a los veinte minutos de iniciada la clase.

Fui a hacer una cola interminable para conseguir mi programa y dos compañeros que recién había visto en el aula hablaban sin parar adelante mío. Recién se conocían. Hay gente que levanta muy rápido. Cada tanto buscaban mi complicidad, ya que los tres sabíamos que desde hacía unos minutos formábamos parte de la misma sociedad anónima: la del práctico. Esta es una especie de asociación temporal en la que hablás sobre la profesora, las materias y la carrera, y es anónima porque la mayoría de las veces después de la cursada te volvés a cruzar y ni te saludás. Es más, a algunos directamente no los recordás. Como sea, teníamos un vínculo que obliga a la simpatía pero a mí no me daba para cortarle el chamuyo al pibe, que bien se venía trabajando a la chica hablándole de cada una de las materias y sus contenidos, así que no me metí en la conversación.

Conseguí lo mío y me fui a pasear un poco porque me quedaban dos horas y media libres por delante hasta ir a trabajar. Cuando salí de la mansión de sociales escuché a dos tipos que hablaban en la puerta sobre la sociedad de consumo. Cuándo no.

Con el fin de alejarme de Constitución, agarré Nueve de Julio para el lado del Obelisco mientras seguía pensando en la nueva sede y en que al final se había concretado, eso que parecía jamás llevarse a cabo. Imaginaba cómo iba a ser cuando estén todas las carreras, trataba de imaginarme yendo ahí, cada cuatrimestre. También pensaba en mis contradicciones: la molestia por su ubicación pero el amor hacia su infraestructura, sus ven-ta-nas. A las dos cuadras de romanticismo académico me vino un stop bien cool de esos que te dicen "¿en qué estabas pensando, chiquita? ¿de qué te la das?" al toparme con los imponentes edificios todoterreno y todoventana: UADE Art Institute y UADE Bussiness nosecuánto. Yeah. Una gran carcajada interna empezó a hacer mucho ruido en mí hasta salir de mi boca y me reí durante algunas cuadras. La UADE era como un Maradona diciéndome que la tenía adentro.

No es nada guau, sólo la crónica de un pedazo de día cualquiera.

Sólo la crónica de un pedazo de día, cualquiera.

Y sí. Pero todo esto es un breve ejemplo para decir que colgué el blog porque estuve muy ocupada en vivir. Pero no me fui, eh. Ya ya vuelvo.



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