lunes, 19 de diciembre de 2011

¿Qué decís?

No se si fue espejismo o realidad, o quizás una combinación asimétrica de las dos cosas, pero un día apareció - o yo lo inventé, andá a saber - y todo indicaba que se iba a quedar sólo un rato, mujeriego como era, pero pasaron los años.

Hace veinte que me suena el teléfono de línea, el celular, ahora un mensaje del chat de BlackBerry, y es él, a las cuatro y media, que ya puede irse y pregunta qué estoy haciendo. Hace veinte años que le respondo que salga de ese boliche de cuarta, lleno de gatos, que eso no es trabajo, y venga, que estoy desvelada, me dice que no es de gatos, jodemos un rato, nos encontramos otro rato y a las siete se va.

Una sola noche le dije que estaba durmiendo pero en realidad no quería verlo porque en ese momento había empezado a conocerte Horacio, y parecía que vos sí eras real, o al menos que estabas conmigo. Pero después vino sin llamarme antes, un domingo a la tarde, estaba confundido. Amagó con dejar todo. Esa fue la única vez que creí que me elegía. Entonces me alejé de vos, vos de mí. Pasaron quince años más.

Nos vemos los fines de semana y no dormimos juntos. En todo este tiempo, hubo un sábado en que se quedó a dormir en casa. Fue porque los demás estaban de viaje. Mirá que pasaron veinte años y les sigo diciendo "los demás".

Yo ya sé que estoy negada y también que estoy jugada. El deseo de los hijos y la familia quedó atrás. Mis amigas intentaron, en vano, darme un sacudón y recordarme que el tiempo sigue andando. Ya no pienso en esas cosas. Y sin embargo, y te lo digo con tristeza, nunca renuncié al amor.

Pero ahora que te cruzo por la calle y me decís que estoy linda - vas a pensar que estoy loca - si no estás comprometido, Horacio, yo te invito a salir. ¿Qué decís?

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