martes, 11 de octubre de 2011

La cultura del mejor

Hay personas que tienen la cultura del mejor. Se la pasan buscando quiénes son superiores. Los califican según un criterio- por supuesto subjetivo - y entonces los quieren jugando para su equipo. Para lograr ese fin se traicionan una y otra vez.

Todos en alguna medida elegimos con quién relacionarnos y en ese sentido podría decirse que también buscamos a los que consideramos mejores. Sólo que cuando está en juego el amor de amigos o de querer ser novios no siempre importa eso de lo superior. Alguien puede parecerte interesante pero no necesariamente "el mejor". Probablemente ni se te cruza pensar en eso, porque ahí estás, simplemente sintiendo algo. Pero hay otras personas que se rodean de los elegidos y no tienen ojos para nadie más. Miran a los sobresalientes. No se detienen a mirar más allá de lo que se ve en las primeras impresiones. Si lo hicieran quisiera parecerme a esas personas, pero no, los mejores empiezan a formar una pseudoelite posmoderna en la que si no se cumplen ciertos requisitos super cool no se entra, requisitos que por su parte parecieran ser innatos.

Lástima que si la mirada se posa en el exitismo de los mejores y no en los procesos de los que están buscando su lugar, se pierde el foco en lo esencial de cada uno. Cada persona tiene algo que expresar, que decir, que aportar. A veces algunos tardan más en hacerlo porque les cuesta más o porque así lo quieren. A veces las personalidades se muestran de a dosis porque las vida las relegó un poco o porque sencillamente no están compitiendo al menos no con todas sus facultades. Y por eso van perdiendo. El problema es cuando se vuelven invisibles y no hay forma de que emanen nada, se hacen opacos, pierden todo ese brillo que alguna vez iluminó un pedazo de mundo.

La cultura del mejor es la cultura del careta y creo que Kevin Johansen la expresa muy bien:


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