jueves, 27 de octubre de 2011

Los nacidos un 27 de octubre

Soy un nudo de palabras, un enredo de conceptos, soy grande y también chiquita. Así soy cuando tengo que hablar de la muerte. Los aniversarios de las muertes me perturban. Por eso no hablo de eso. No puedo hablar sobre aquellas cosas sin que se me note la oscuridad ni tampoco decir frases célebres que quedan lindas. No puedo hacerle un culto a la desgracia a través del regodeo en el dolor.

Sólo puedo - si es que es poco - reivindicar el recuerdo y contar que hace exactamente un año atrás, me levanté temprano para censarme y cuando volví a la cocina, en la tele, decían que Néstor Kirchner había muerto, que lloré y llamé a una amiga. Y después a otra, a otra, y a otros. Que yo era una parida más de la 125 y la remaba para ganarle a mi parte inmadura que le temía a apoyar al gobierno oficialista, porque votar a la izquierda siempre te deja libre de culpa (¿sí?). Que ese día recibí incontables mensajes de ¿Vas a la plaza? pero no fui. Me quedé en mi casa, viendo ese épico 678 donde unos cuantos invitados decían algunas palabras y me hicieron llorar tanto, que ese se volvió uno de esos llantos con congoja que uno recuerda para siempre. Que entonces con los otros me sentí menos sola. Que al otro día me levanté con los ojos hinchados, hice cosas que tenía que hacer y después me fui para la plaza. Fui con mi mamá. Y cantamos, con la garganta anudada, pero cantamos.

Yo no quiero hablar sobre la muerte. Yo quiero hablar de las vidas que nacen con ella. Porque si no hablamos de eso todo pierde el sentido. Como dicen los carteles que empapelan la ciudad, no existe mejor culto a la memoria para un tipo como Néstor que el triunfo de Cristina hace 4 días. De la muerte nacen vidas, a veces mal que nos pese, por eso de la culpa, que es así.

Sólo puedo hablar de que hace un año cuántos nos entristecíamos en la Plaza y hace 4 días nos emocionábamos por estar en ese mismo lugar, frente a nuestra Presidenta - que también es una mujer que perdió a su marido - que bailaba sin esconder el dolor, se le notaba en la mirada, pero con esa entereza, se le notaba en la mirada, que nace de ver la unión de muchas, muchísimas personas que nos gestamos por fin en el útero de la política para nacer, y somos un montón de vidas latiendo, creciendo de a poco, siendo pura vida, donde la muerte es una anécdota necesaria.




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