viernes, 30 de diciembre de 2011
Año nuevito ¿Bailamos?
Me parece que algo entendí sobre cómo funciona para que las cosas funcionen.
No importa el numerito, los años nos engañan porque la cita es siempre con lo mismo. Pero ese mismo cambia a medida que, justamente, pasan los años.
El año pasado invité al tiempo a hacernos amigos.
Este año, no sin verguenza, no sin miedo, me parece que lo saco a bailar.
lunes, 19 de diciembre de 2011
¿Qué decís?
Hace veinte que me suena el teléfono de línea, el celular, ahora un mensaje del chat de BlackBerry, y es él, a las cuatro y media, que ya puede irse y pregunta qué estoy haciendo. Hace veinte años que le respondo que salga de ese boliche de cuarta, lleno de gatos, que eso no es trabajo, y venga, que estoy desvelada, me dice que no es de gatos, jodemos un rato, nos encontramos otro rato y a las siete se va.
Una sola noche le dije que estaba durmiendo pero en realidad no quería verlo porque en ese momento había empezado a conocerte Horacio, y parecía que vos sí eras real, o al menos que estabas conmigo. Pero después vino sin llamarme antes, un domingo a la tarde, estaba confundido. Amagó con dejar todo. Esa fue la única vez que creí que me elegía. Entonces me alejé de vos, vos de mí. Pasaron quince años más.
Nos vemos los fines de semana y no dormimos juntos. En todo este tiempo, hubo un sábado en que se quedó a dormir en casa. Fue porque los demás estaban de viaje. Mirá que pasaron veinte años y les sigo diciendo "los demás".
Yo ya sé que estoy negada y también que estoy jugada. El deseo de los hijos y la familia quedó atrás. Mis amigas intentaron, en vano, darme un sacudón y recordarme que el tiempo sigue andando. Ya no pienso en esas cosas. Y sin embargo, y te lo digo con tristeza, nunca renuncié al amor.
Pero ahora que te cruzo por la calle y me decís que estoy linda - vas a pensar que estoy loca - si no estás comprometido, Horacio, yo te invito a salir. ¿Qué decís?
sábado, 17 de diciembre de 2011
Vértigo
sábado, 5 de noviembre de 2011
Basta vos
jueves, 27 de octubre de 2011
Los nacidos un 27 de octubre
jueves, 20 de octubre de 2011
El cuadrito de los abuelos
lunes, 17 de octubre de 2011
Cosa I
martes, 11 de octubre de 2011
La cultura del mejor
domingo, 9 de octubre de 2011
Con bichos 29, sin bichos 32
jueves, 6 de octubre de 2011
"Cineclub, divino tesoro" - para Orilla Sur
Que vivimos en un mundo globalizado y lo que los frankfurtianos llaman industria cultural organiza nuestros consumos es un cliché. Un cliché dirían ellos también, como los que abundan en muchas de las películas hollywoodenses, esas que tienen permiso y lugar para llegar a proyectarse en las pantallas de los grandes cines. Lo importante es estrenar, después de todo, y que sea rentable. Lo relevante es la novedad. Pero en medio de esas obviedades que conocemos nos acostumbramos a mirar sin mirar y quizás nos estamos perdiendo de algo. Los cineclubes, esos divinos tesoros instalados por ahí, partes de pasado que renacen para ser resignificadas, aguardan ser descubiertos en una nueva dimensión.
En palabras del organizador del Cineclub La rosa, el fin de cualquier cineclub es “difundir y rescatar aquellas películas que han pasado desapercibidas, están fuera del circuito comercial y merecen ser reconsideradas, sean contemporáneas o clásicas”. Nadie puede negar que en ese sentido es una gran empresa. Lleva a cabo el desafío que sólo un ímpetu apasionado puede sostener porque proponerse ofrecerle a la ciudad otro tipo de cine es algo parecido a montar una carpita al lado de una mansión.
La Rosa funciona dentro del Centro Cultural y Biblioteca Popular Carlos Sánchez Viamonte desde 2007. Emiliano Penelas considera que el cine “debe volver a considerarse un hecho social. El cineclub alienta a ver las películas en pantalla grande y en grupo; la participación colectiva retroalimenta lo que se está viendo.” La mayor meta es armar un espacio en donde el encuentro no sea el hecho masivo y simultáneamente individual, tal como lo supone el acto de ir al cine en la actualidad. Tiene algo de nostálgico. Para el Cineclub La Rosa la experiencia viene generando sus frutos, el público se ha ido incrementando año tras año.
Buenos Aires Mon Amour ó BAMA cuenta con dos sedes, una en Recoleta y otra en San Telmo. Lo visitan más de mil personas al mes. Sin embargo Guillermo Cisterna Mansilla, uno de sus organizadores, cuenta sobre la opuesta realidad en sus inicios: “Arrancamos en el living-comedor de un departamento con amigos y amigos de amigos. Venían veinticinco personas una vez al mes.” BAMA conserva el espíritu del cineclub, en donde se presentan las películas y después se discute sobre la misma pero – y esto es muy interesante- Guillermo aclara: “Si bien hay un debate con los presentes no hay necesidad de saber sobre cine o tener conocimientos previos. No queremos ser un guetto sino un lugar donde la gente pueda descubrir que también hay otro cine además del habitual de las salas comerciales.”
El arte plantea una distinción entre arte para todos, popular, en oposición al arte para eruditos. Probablemente tengamos una gran deuda como sociedad al no reconsiderar esa división para dejar de pensar que el cine de autor, el clásico y el independiente debe ser interpretado necesariamente en clave difícil, sólo para entendidos, para una elite intelectual capaz de comprenderlo. El cine es heterogéneo. Si la idea del cineclub es la de difundir películas alternativas a las que colman las pantallas gigantes de las cadenas que concentran el monopolio de la industria cinematográfica, se vuelve interesante que no demande por parte de sus espectadores un conocimiento que muchas veces no se posee. De lo contario falla en su objetivo. Por eso BAMA no convoca a la asistencia de quienes estén capacitados para no se qué supuesta aventura intelectual sino a abrir una nueva puerta, una más, para comprender y enriquecer el mundo, a lo que en definitiva invita el arte. Para Guillermo la respuesta del público también ha sido muy buena: “Muchos experimentan por primera vez estos encuentros y les resulta enriquecedor el intercambio de opiniones, diálogo y conocer sobre autores y geografías hasta entonces desconocidas”:
Inboccalupo funciona en Colegiales y si bien exhibe clásicos y películas contemporáneas que han tenido poco lugar en las carteleras, privilegia las producciones de jóvenes cineastas. También comenzó siendo un modesto espacio. Santiago Ceresseto, uno de sus realizadores, cuenta: “Los primeros meses realizábamos proyecciones alquilando un proyector y con sillas ubicadas al ras de piso en forma de triángulo para que todos pudieran ver. Hoy tenemos nuestro propio proyector y armamos gradas con capacidad para sesenta personas.” Inbocaluppo se propuso acentuar el debate y enriquecerlo con especialistas destacados. Bajo esa idea, por ejemplo, organizó un ciclo de cine francés en el que se planteó un debate desde el psicoanálisis, coordinado por dos psicoanalistas, una de las cuales fue co-autora del libro en el que se basó XXY. Santiago dice que un ciclo que les da mucha satisfacción es el orientado a la tercera edad, en el que buscan exhibir películas acordes a los intereses de las personas que asisten. En cuanto a la respuesta general del público, asisten alrededor de veinte personas por función de las cuales muchas son habitúes. Agrega “Durante las estaciones cálidas solemos hacer proyecciones en nuestro jardín y se incrementan los espectadores. Mientras disfrutan de la película pueden tomar algo rodeados de verde”.
El cineclub Inbocaluppo pareciera actuar siempre bajo la lógica de innovar y hacer dialogar al cine con otras disciplinas, lo que vuelve atractiva la concurrencia. Su organizador cuenta que una de las últimas iniciativas es un ciclo de la Pantera Rosa con música en vivo:”Es una idea que surgió ya que la Pantera es el dibujo que más me gustaba de chico y soy fanático de su música. Se me ocurrió preguntarle a un excelente músico qué le parecía la idea de convocar a una orquesta de jazz para interpretar en vivo la obra del gran Henry Mancini. Se puso en campaña para convocar músicos y como el ciclo anduvo bien decidimos continuarlo durante septiembre.”
Por último, Otro ciclo de cine funciona en Virasoro Bar. Se propone ante todo repensar la relación entre cine y literatura. Las palabras de Luciano, su programador, permiten trazar nuevos ejes de discusión y replanteos: “En nuestros ciclos supo haber debates y presentaciones exclusivas. Llegamos a estrenar películas inéditas que subtitulé yo mismo con ayuda de amigos. El público suele responder bien. Hace preguntas, conversa conmigo al finalizar la proyección. Tuvimos fechas exitosas, a sala llena. Hubo días en que hasta quedó gente afuera. Cuando las fechas son concurridas, todos la pasamos bien pero no siempre son encuentros felices. A veces ni siquiera estoy seguro si vale la pena pasar la película o no, porque somos cuatro ó cinco personas. Muchas veces sentí que tenía mucho para decir sobre una película y al encontrarme con una platea vacía, preferí guardarme el discurso en el bolsillo”.
Cuando se lleva a cabo un proyecto como el de un cineclub se sospecha qué puede ocurrir: quizás pasa desapercibido. Las causas son predecibles y no tanto. Según Luciano “El público es muy ecléctico y pocos se entusiasman con una propuesta que quizás depara demasiada exigencia por parte del espectador promedio. No siempre es posible lograr conectar con el público. Creo que hay un interés creciente por el cine arte pero eso no garantiza nada. Siempre es difícil sin el respaldo de la prensa. La gente se guía demasiado por lo que dicen los medios. No suele aventurarse a probar cosas distintas y quizás, después de todo, es una actitud razonable.”
Resuenan algunas frases. Se pueden extrapolar esas imágenes a la totalidad de la cultura: la gente no suele aventurarse a probar cosas nuevas, la prensa decide qué novedades respalda, los medios son determinantes en la difusión de las actividades culturales, a veces hay que cancelar el discurso porque la platea está casi vacía. Tal vez no se trate de la falta de interés por otras formas de cine ni de la ausencia de voluntad de retomarlo como hecho social o ampliar el tipo de películas que se ven. En tanto no se incentiva a la sociedad a tal fin, “es después de todo una actitud razonable”, dice Luciano. Es casi imposible contradecirlo instantáneamente.
Queda pensar la respuesta, encontrarle la vuelta, poner sobre las mesas el debate en torno a las prácticas culturales ricas de contenido y forma que habitan la Ciudad, más cercanas de lo que se piensa, más sencillas de lo que se cree, más entretenidas de lo que parecen, porque todo indica que nos estamos perdiendo de algo.
Sitios Web de los cineclubes mencionados, con toda la actualización de los ciclos:
http://cineclublarosa.blogspot.com/
http://www.cineclubmonamour.com/
http://www.otrociclodecine.blogspot.com/
http://www.inboccalupo.com.ar/
lunes, 3 de octubre de 2011
Cállese
jueves, 15 de septiembre de 2011
Fulgencios ¿y Fulgencias?
domingo, 28 de agosto de 2011
Yendo
sábado, 20 de agosto de 2011
Gorda sos muy diosa
lunes, 8 de agosto de 2011
Cumplíaños
martes, 26 de julio de 2011
Biblioteca vulnerada
lunes, 25 de julio de 2011
Qué bonita vecindad
jueves, 30 de junio de 2011
Resignarse y madurar
Lena (vamos a inventarle este nombre) está conociendo un tipo de treintilargos con mucho mucho pelo en la espalda. "Si lo vieran en bolas..." nos dice sin dar mucho detalle y por eso lo apodamos sweater. Además tiene algunos kilitos de más. Bueno, unos cuantos.
A simple vista el pibe no le pareció muy atractivo. Lena nos cuenta que cuando cedió al primer encuentro (vamos a llamarlo así) en un momento se preguntó "¿qué hago abajo de este tipo?". Nosotras reímos al unísono e incluso las de la mesa de al lado: Qué coincidencia.
Nicolás (ese nombre le queda bien) es un hombre que gusta mucho de Lena y es tan masculino que a ella - mucho más hermosa que él- le chupa un huevo todo lo demás, esa "boludez de la belleza física". Tan masculino es, que la lleva a ella a decirnos cosas como "me trata como a una mujer... Es un hombre." y nos lleva a nosotras a decir onomatopeyas, suspirar y contestarle cosas como "bu, mmm, ffss... ah... increible, eso sí que es increible".
Los treintilargos le dieron a Nicolás una experiencia incomparable con la de un veinteañero. Parece que los placeres llegan más fácilmente, los llamados también. El amor está más accesible, el sexo ídem. Lo de la edad le parece una pavada y Lena me dice que si me gusta un tipo más grande quizás me resigné a mi búsqueda pero le parece bueno. Según ella los parámetros que yo me armé para elegir quién sí y quién no, se agotaron, tienen que madurar. Supongo que si estoy resignándome a algo, es a esos parámetros.
Lena nos dice que tiene miedo porque todo avanza rápido entre Nico y ella, y el papel de novia - y de tipo más grande- la asusta. Yo le digo que nunca se sabe cómo terminan las cosas, que no tiene sentido que ahora se preocupe por eso: "recién se conocen". Pero ese es el conflicto para Lena porque cuando empieza a estar con alguien, desde el primer encuentro (sigámoslo llamando así) un par de preguntitas la empiezan a acompañar durante el día: ¿esto será intrascendente? ¿llegó para quedarse? ¿este tipo que no me gusta físicamente me va a cambiar la vida? ¿me voy a reir de esto en unas semanas? ¿quién soy?: ¿qué hago abajo de este tipo?.
Mientras nos cuenta todas las preguntas que se hace, él está yendo al bar donde nos juntamos a cenar. La va a pasar a buscar. Nicolás, con el frío polar, tarde como es, va a ir hasta donde estamos. Lena se va a subir a su auto para ir hasta la casa en la que van a dormir juntos.
sábado, 18 de junio de 2011
Mucha claridad
sábado, 30 de abril de 2011
Siempre la música
viernes, 25 de marzo de 2011
El silencio Nunca Más
Estoy recíen salida de la marcha. No porque haya vuelto hace cinco minutos sino porque necesité unas empanadas y un rato para charlar con una amiga sobre todo, ver televisión y tomarme un tecito para decir que ya salí del estado post marcha del 24 de marzo.
domingo, 20 de marzo de 2011
*Mundo Sherlock
jueves, 17 de marzo de 2011
Constitution Sede of Sociales Business
El primer día de clases de la facultad de este año no se pareció a los anteriores primeros días de clases de todos los otros años. La facultad de sociales de la UBA estrenaba sede en el barrio de Constitución y yo aún no la conocía así que fui a su encuentro después de combinar subtes. En el pasado quedó el ritual de tomar el 65 y bordear Parque Centenario.